Características de los personajes
Personaje: Gregorio Samsa
Físico: espalda dura en forma de caparazón; vientre
abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco; muchas patas,
ridículamente pequeñas en comparación al cuerpo; muy ancho.
Personalidad: la lluvia lo pone melancólico;
acostumbra dormir del lado derecho; viajante, relaciones no duraderas; no gusta
levantarse temprano; responsable con su trabajo; precaución de cerrar puertas.
Intereses: le disgusta su empleo; se domina por sus
padres; planea pagar deudas para librarse de su patrón.
Personaje: Gregorovius, Ossip
Características: viste siempre traje combinado,
tiene tres; dice tener cuarenta y ocho años; subsiste gracias a una pensión de
su tía abuela; es natural de Borzok o Glaswow, dice ser checo; alega tener tres
madres, según la borrachera.
Intereses: de profesión intelectual; apátrida; está
enamorado de la Maga; no le agrada demasiado Oliveira.
Elaboración del texto
Durante la pandemia de 2020, el encierro obligatorio
alcanzó también a personajes de ficción, los cuales fueron confinados según
criterio tomado de cierta enciclopedia china. En un mismo cuarto
convergieron dos de ellos.
Ossip Gregorovius, entra en la habitación. En ella
encuentra a Gregorio Samsa recostado de espaldas en el suelo, agitando sus
ridículas patitas. –Sería tan amable –dice Samsa. A lo que el otro, en un rapto
de existencialismo, medita sobre la situación, preguntándose mentalmente, si
acaso será éste un experimento psicológico, una prueba de temperamento. Samsa
insiste en su movimiento, pareciera involuntario. –Me dijeron que estamos
atravesando una situación límite[1],
según el autor –dice Gregorovius. Samsa trata de asentir con la cabeza, pero el
bamboleo sobre su caparazón y el agitar de sus patas disimulan el gesto.
Gregorovius continúa. –Pensaba que asistir al fallecimiento de un bebé ya había
sido lo suficientemente absurdo, pero ahora esto. –Señalando a Samsa, quién
respondió. –A mi no me diga, ya tengo bastante, como verá. –El suyo es un
ejercicio expresionista –dice Gregorovius–. Ser lo que se siente. ¿Usted se
siente cucaracha? –Monstruoso insecto, así traduce Borges –replica
Samsa–. Lo que me preocupa son mis padres, sabe, son gente mayor, con esto del
virus. Para mí es un alivio el encierro, estoy cansado de los viajes, nunca
termino de empezar una relación. ¿Sabe por qué nos confinaron juntos? –En mi
caso creo que siguieron el criterio de la nomenclatura de Ceferino Piriz,
en el suyo debe ser la del Gran Teatro de Oklahoma. Pero también puede
ser lo de Gregor... Nos vendría bien una botella de vodka para pasar este
momento.
Como un acto mecánico, Gregorovius se inclinó hacía
Samsa para ayudarlo a erguirse. Mientras lo hacía, advirtiendo que había sido
un acto reflejo, producto de estar ocupada su conciencia en otros pensamientos,
se preguntó si acaso la compasión sería un acto de la carne, más que del
intelecto. Samsa lo miró con un gesto de agradecimiento, ahora podía verlo en
su completitud. Gregorovius aparentaba rondar los cincuenta, vestía saco negro
y pantalón gris, con un aire intelectual. –Es usted eslavo –dijo por fin.
–Checo, como su autor –respondió el otro.
Luego conversaron sobre la cuestión de la situación
límite, de cómo hubieran resuelto la consigna sus respectivos autores;
intercalando miradas al vacío de la noche, como interrogando al autor, o quizá
buscando la complicidad del lector ante ciertas ironías. Podía terminar todo en
un sueño, descubrirse mutuamente como alter ego[2],
o simplemente quedar inconclusa. A pesar de lo crítico de la escena, Samsa, en
lo profundo, no dejaba de pensar que perdería su empleo.
Mario Goncalves
Junio, 2020
[1] Al modo de
Jaspers, entiéndase como el momento en el que se alcanza el límite del ser, la
existencia se realiza, y experimenta lo trascendente.
[2] Borges, en
el cuento Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874), plantea el tema
presentando al gaucho Cruz, que al enfrentarse a Martín Fierro, se identifica y
descubre su destino, en una circunstancia que justificará su existencia.
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