La duración, o
velocidad, está dada por la relación entre la longitud del texto y el tiempo
que abarcan los hechos narrados (asincronía).
La paridad entre ambas magnitudes representaría el grado 0, un relato isócrono que se articula en la escena, movimiento narrativo en el que se relatan minuciosamente los hechos, pero sin detenerse en descripciones ni digresiones por parte del narrador, o directamente en forma de diálogo entre los personajes. En este movimiento deben incluirse los pasajes en los que se describen pensamientos o sensaciones de los personajes, ya que éstos ocurren en el tiempo de la historia y no la detienen.
El movimiento contrapuesto es la elipsis, en donde el narrador omite parte sustancial de la historia, lo que supone una diferencia
drástica entre el tiempo de la historia
y el del relato. Las elipsis pueden
ser: explícitas, ya sea determinadas: «dos años después», o indeterminadas: «algunos años después»;
implícitas, las cuales no aparecen
declaradas en el texto y deben deducirse de la continuidad narrativa; y por
último las hipotéticas, que no son
declaradas ni pueden inferirse sino que se revelan posteriormente,
principalmente a través de la analepsis.
A nivel intermedio se encuentran: la pausa, movimiento en el que la acción se detiene para dar lugar a
descripciones o pensamientos del narrador (supone un tiempo nulo de la diégesis), abarcando un tiempo corto de
la historia muchas páginas en el relato; y el sumario, en el que los hechos se cuentan de forma resumida (muchos
años en pocas páginas), pudiendo variar su velocidad.
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