Ya en el primer párrafo de Wakefield,
Nathaniel Hawthorne, pone en claro que este no es un cuento tradicional, ya que
en él se manifiesta una serie de características que escapan a aquella
tendencia, y lo posicionan, en cambio, como un cuento moderno.
En ese primer párrafo, el autor nos
comunica, que la historia a narrar, es un recuerdo, por lo que inferimos, que
no es un tema que esté estudiando actualmente, sino que apelará a su memoria
para contarlo. Si bien este no es un hecho que escape al cuento tradicional, en
donde también se apela a la memoria para contar una historia, sí difiere en
este caso, en la vaguedad del recuerdo. El autor no es capaz de precisar la
fuente de la anécdota. Tampoco tiene en claro el nombre del protagonista, por lo
que decide rebautizarlo, en complicidad con el lector, pero sin explicar la
elección del nombre. Por último, aclara que la historia, en la fuente, aparece
como verdadera, desligándose así de la exigencia de verosimilitud que pueda
reclamársele.
Todo lo expuesto hasta aquí, podemos
entenderlo como un declarado distanciamiento por parte del autor, de lo que
venimos asumiendo como cuento tradicional, atendiendo a los conceptos vertidos
por Jaime Rest. Este distanciamiento, sirve para conocer la intención del
autor, que lejos de querer contarnos la historia de este personaje, del que ni
siquiera el nombre recuerda, lo que se propone, es acercarnos la versión que de
su imaginación surge, y los razonamientos a los que llega, durante su
desarrollo. Estos lineamientos, ya son propios y originales del cuento moderno,
y no sólo una ruptura con lo tradicional.
Durante su desarrollo, vemos que el
cuento está compuesto de conjeturas, no hay hechos ciertos, ni siquiera
verosímiles, ya que en su mayoría dependen de la subjetividad del protagonista,
que casi en su totalidad, es producto de la imaginación del narrador. Lo que
importa aquí, son los procesos mentales del personaje, sus estados de ánimo,
sus posibilidades y su fatalidad.
En definitiva, el hecho al que asistimos,
es un relato compuesto por las conjeturas que un narrador extrae de una
historia mientras la va elaborando en su mente, disparada a su vez por el
recuerdo de una noticia.
Los conceptos aportados por Rest (la
exploración psicológica; la situación ambigua; la creación de atmósfera), se
corresponden con el desarrollo del cuento. Hay una clara exploración de la
psicología del protagonista por parte del autor, quien intenta construir un
esquema mental, a partir del único material que tiene sobre el sujeto: la noticia
del abandono. La situación ambigua se plasma en los hechos conjeturales, en las
posibles reacciones, sensaciones o características que el autor imagina en los
personajes: “Esta última cualidad es indefinible y puede que no exista.”[1]
Por último, la atmósfera se da en la misma presentación, en la que el autor nos
declara sus intenciones de concluir en ciertos razonamientos a partir de la
historia recordada. Ya desde el principio el lector comprende que asistirá a
una disección de la personalidad de Wakefield.
Para terminar, en cuanto a la actitud
lírica, podemos situarla, en la idea que Hawthorne concibe sobre la fuerza
extraña que le impide a Wakefield regresar a su casa. Pareciera, según el
autor, que el personaje queda atrapado por una contingencia que le es ajena,
que debe aceptar como una fatalidad, pero de la cual él también participa, ya
que es un hecho voluntario el que lo retiene en su ocultamiento. Esta idea se
nos antoja como una necesidad de trascendencia que un espíritu romántico del
siglo XIX reclamaba para sí y para el mundo, desmontándose de la tendencia iluminista
de la época.
Incorporando ahora los conceptos
aportados por Cortázar en Algunos aspectos del cuento, particularmente en las
ideas de intensidad y tensión, y haciendo un paralelismo con lo
expuesto por Rest en cuanto a la concentración de la acción que debe
lograr el narrador, podemos delinear con más rigor los aspectos estilísticos
del cuento Wakefield. Los conceptos intensidad o concentración,
no son sinónimos de brevedad, sino que configuran un ordenamiento horizontal de
los hechos narrados. En el cuento no hay jerarquía de sucesos. Todo lo dicho es
importante, he ahí la concentración, o intensidad.
En Wakefield, el autor deja de lado los pormenores,
la anécdota de la historia que recuerda de una vieja noticia, no es el tema
central de lo contado, aunque dicha anécdota esté en el centro de la atención y
permanezca a todo lo largo de la trama. De hecho, si alguien nos invitara a
resumir la trama del cuento Wakefield, seguramente caeríamos en el error de
contar la simple anécdota, aquella que el autor describe rápidamente en el
primer párrafo. Pero a juzgar de la teoría de Cortázar y Rest, ese no es el
tema del cuento. El objeto del narrador es trasmitirnos sus elucubraciones acerca
de lo que padece el personaje en su fuero interno durante toda su peripecia.
Hawthorne parece descubrir el drama
psicológico que lleva a un hombre a cometer tal acto, que a ojos del sentido
común, parecería propio de un demente, no tendría explicación. En el cuento se
da sentido a los actos de Wakefield, presentándolo como un hombre que desafía
su destino, trata de burlarlo, de vivir una vida para la cual no estaba
encaminado. Comete un acto radicalmente voluntario, por lo absurdo. Pero al
correr de los acontecimientos, comienza a experimentar la sensación de que hay
una fuerza superior que lo arrastra y no lo deja volver a su vida normal, lo
obliga a continuar exiliado de su existencia, dudando de cuál de las dos vidas
es imposición del destino, y cuál obra de su propia voluntad, pensamiento que
lo paraliza. Por eso el autor advierte que la vuelta de Wakefield, sólo pudo
suceder en un momento de suspensión del juicio, de forma espontánea: “El
suceso feliz —suponiendo que lo fuera— sólo puede haber ocurrido en un momento
impremeditado.”[2]
Mario Goncalves
Agosto, 2020
Bibliografía:
Jaime Rest, Cuento.
Julio Corázar, Algunos aspectos del cuento,
París, UNESCO.
Nathaniel Hawthorne,
Wakefield, Publicado en The New-England Magazine, 1835, Traducción
de Federico Egíluz, V. Web.
[1] Nathaniel Hawthorne,
Wakefield, Publicado en The New-England Magazine, 1835, Traducción
de Federico Egíluz, V. web.
[2] Ib idem.
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